Recull d’articles
Diario de Barcelona (1944 – 1960)
Entre les diverses incursions de Joan Amades al món del periodisme, en els armaris compactes on hi ha el fons del folklorista a la Direcció General de Cultura Popular i Associacionisme Cultural del Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya, es conserven en un parell de quaderns els articles publicats en el Diario de Barcelona (popularment, Brusi) que, la secretària personal, Consol Mallofré, va tenir cura d’anar retallant i enganxant.
Les 168 aportacions que fa l’autor foren redactades en llengua castellana primer, en una secció anomenada: “Barcelona de antaño” i, posteriorment, a: “Costumbres y tradiciones” on sovint actuarà com a cronista local explicant des d’una perspectiva històrica esdeveniments culturals, religiosos o populars com ara: “El verano de nuestros abuelos”; “Las pedreas”; “Las terraires”; “Los pintamonas”; “El miriñaque”; “El primer alumbrado publico”; “Los velocipedos”…
A tall de mostra dels articles redactats en el diari, adjuntem uns fragments del corresponent del dia 7 de desembre de 1958 anomenat: “Aeronautica Barcelonesa” on Amades comenta que: “Segun opinión extendida, los intentos humanos de surcar el aire los iniciaron los hermanos Montgolfier el año 1783. Antes de esta fecha un barcelonés llamado Juan Lanas ya inventó un aerostato realizando unas pruebas poco afortunadas en el año 1670, es decir, más de un siglo antes que los franceses Montgolfier. No poseemos detalles de la categoría del ensayo y por lo tanto no podemos saber nada del sistema ni de la indole del aparato…
…En el año 1847 se elevó en el Torín de la Barceloneta el popular aeronauta francés Mr. Arbant. Realizó dos ascensiones en dos domingos seguidos. El espectáculo atrajo poderosamente la curiosidad y el entusiasmo de las gentes. A pesar del elevado precio de la entrada, la plaza de toros se llenó a rebosar y todos los alrededores estaban invadidos, igual que los terrados y campanarios. Eran muchos los que preferian ver la ascensión desde la calle, atraidos per el afán de seguir el globo para verlo caer de cerca y participar de la emoción de la caída. Las autoridades tomaron las mismas precauciones y medidas por mar y por tierra. En la primera de las ascensiones el globo fué a caer en el valle de Ebrón, cerca del antiguo santuario de Sant Geroni de la Vall, en la ladera norte del Tibidabo, hacia la carretera de la Rabassada. Los primeros en acudir fueron el cónsul de Francia en Barcelona, Fernando de Lesseps, y su esposa. El descenso fué feliz.
En la segunda ascensión, le acompañó un ciudadano barcelonés, cuyo nombre se guardó secreto hasta el momento de aparecer en el circo, saludando al público antes de entrar en la cesta. La expectación ciudadana fué enorme e hizo acudir mucha gente a la plaza. El acompañante fué Eudaldo Munner hijo de la popular cochería de “l’Andalet” situada en la calle dels Arcs, número 5, a quien la referida proeza le valió gran renombre y popularidad.
Años mas tarde, Mr. Arbant, para repetir su espectáculo, volvió a nuestra ciudad. Las condiciones atmosféricas eran pésimas para la ascensión y el aeronauta manifesto la imposibilidad de elevarse. El público se alborotó y le trató de cobarde. Mr. Arbant sintióse herido en su amor propio y se lanzó a los aires. Una ráfaga de viento precipitó el globo hacia el mar, desapareciendo a los pocos instantes, sin que se encontrara indicio alguno de la nave ni de su intrépido tripulante.”